Confesiones de un (ex)gordo III – La pesa
MGM 25/11/2010
Antiguamente, las sociedades caÃan en la barbarie de matar a los mensajeros que comunicaban malas noticias. No es que creyeran que asà iban a librarse de ellas, sino que lo hacÃan como una manera de desahogarse, de sacar afuera toda la rabia que les provocaban esas malas nuevas. Lo mismo le pasa a los gordos y sus pesas: no es su culpa, pero las odiamos igual.
(Antes de que empiecen a corregir(me), les aclaro que estoy consciente que el aparatejo que comento en esta ocasión lleva por nombre balanza. Lo que pasa es que en mi  lindo paÃs (Chile, pues) tenemos la mala costumbre de llamarla pesa, y como la costumbre es más fuerte que la corrección…)
A ver si adivinan cuántas veces en mi vida me animé a pesarme en una farmacia. Una pista: es el mismo número de veces que me sentà cómodo contestando la maldita pregunta (“cuánto pesas?”**). Me imagino que ya adivinaron: ninguna. Obvio.
Siempre logré sobrellevar mi autodetestada apariencia fÃsica para subirme al escenario (me tocó varias veces), y en más de alguna ocasión tuve que tomar el micrófono y hablar ante audiencias de tamaños considerables. Tengo suerte, y estas experiencias – verdaderas fobias para muchos – son fáciles para mi. Sin embargo, nunca fui capaz de superar la vergüenza extrema que me provocaba la sola idea de que alguien pudiera corroborar con números exactos lo que a simple vista era irrefutable: lo escandaloso de mi sobrepeso.
Asà es. Toda mi vida odié la pesa. Sólo pensar en el instrumento que me sacaba en cara mis fracasos era demasiado para mi quebradiza voluntad. Me negaba a estar en su presencia, mucho más a someterme al estricto rigor de sus mediciones. Cuando lograba juntar los kilos de valor (kilos; chistoso, no?) que necesitaba para consultar con ella, terminaba frustrado y sumido nuevamente en la depresión. Vaya que la pesa era la encarnación de todo lo que estaba mal conmigo.
Claro que tuvimos algunos episodios buenos. Más de una vez me susurró tÃmidamente que no habÃa subido un sólo gramo en el último  mes. Más raras eran las ocasiones en que casi sin darse cuenta me informó que habÃa bajado uno o dos kilos. Entonces lográbamos olvidar nuestras diferencias y nos aceptábamos tal cual éramos. Pero esos momentos era tan efÃmeros como las bajadas de peso que los motivaban.
Por eso, lo primero que hice después de operado fue comprarme una pesa nueva. Fue mi borrón y cuenta nueva, una especie de indulto a todas las pesas que a lo largo de mi vida se mofaron de mis rollos. Contra mi instinto, mi esperanza era que mi nueva pesa pudiera ser mi amiga, mi confidente, pero sólo en los buenos ratos. Algo asà como un reforzamiento positivo permanente.
Afortunadamente todo salió bien. Hoy, al menos puedo mirar una pesa sin salir corriendo asustado como cabro chico. Como que ya las perdoné por toda la mierda que me tiraron. Hasta le tengo cariño a mi pesa! La foto de abajo la saqué en uno de los hitos más emblemáticos del proceso: cuando finalmente bajé los 100 kilos (finales de marzo) (linda mi pesa, no?).
Y no, todavÃa no me animo a pesarme en una farmacia; queda pendiente…
** Más sobre la maldita pregunta, pronto en esta serie.
La imagen de la balanza al principio del post es de mrd00dman,
que la comparte bajo licencia CC.
TAGS
bypass gástrico confesiones de un (ex)gordo kilos pesa
SHARE
ALGO QUE DECIR?
Nunca se me va a olvidar esa última foto, porque lo sentà como un hito propio también (no el trabajo para llegar a eso, obvio). Las cosas que faltan?:
1) Ir a pesarnos a una Farmacia, que yo creo que a todos los da vergüenza porque son “un poco” escandalosas.. (sÃ, por causas distintas, pero no un carrete para nadie).
2) Hablar con un editor para que empiecen a publicar este libro que está buenÃsimo! No sólo nos ayuda a saber mejor lo que estabas viviendo, sino que además puede ayudar a mucha gente.
<3 ya!
Nunca se me va a olvidar esa última foto, porque lo sentà como un hito propio también (no el trabajo para llegar a eso, obvio). Las cosas que faltan?:
1) Ir a pesarnos a una Farmacia, que yo creo que a todos los da vergüenza porque son “un poco” escandalosas.. (sÃ, por causas distintas, pero no un carrete para nadie).
2) Hablar con un editor para que empiecen a publicar este libro que está buenÃsimo! No sólo nos ayuda a saber mejor lo que estabas viviendo, sino que además puede ayudar a mucha gente.
<3 ya!