Confesiones de un (ex)gordo II – Gordo por siempre
MGM 14/11/2010
Antes de cumplir mi promesa y empezar a relatar la vida como un gordo, me veo en la obligación de publicar un pequeño disclaimer: podrás operarte, bajar de peso y hasta romper todas las fotos en que saliste con papada, pero nunca dejarás de ser un gordo.
Déjenme ser muy claro en esto: no estoy dando cuenta de una maldición ni es este post un intento por dar lástima. Es – todo lo contrario – la feliz conclusión que saco después de diez meses de operado. SÃ, feliz. Déjenme explicarles.
Lo que tenemos en común todos los gordos es la constante preocupación por el tema de los kilos. No sé si el enfermo terminal logra abstraerse de su suerte, ni si Obama olvidará por un minuto que está al mando del paÃs más poderoso del mundo. Pero me consta que un gordo está permanentemente consciente de su condición de tal. No hay un instante en el que lo olvide, ni una situación que no se haga más complicada por culpa de la guata. Otra comparación: me imagino que el showman, una vez bajo el escenario, tiene la capacidad de abandonar su personaje. Todo lo contrario, una vez que se ha quedado solo, el gordo es aun más gordo que mientras estaba acompañado.
(Para efectos de mis relatos, llamaré a este efecto la preocupación. AsÃ, en cursiva.)
Pues bien, hasta antes de operarme soñaba con dejar atrás la preocupación. Más de una vez me imaginé que un dÃa cualquiera, años en el futuro, recordarÃa de la nada esa maldición y me darÃa cuenta que ya casi no quedaban registros en mi memoria de lo que era. No sentÃa que eso fuera olvidarme de quién soy. Por el contrario, sentÃa que era mi derecho descubrir un yo en el que el sobrepeso no definiera mi identidad. AsÃ, iba a logar (al fin!) que mis momentos pudieran tratarse de otra cosa. Incluso – seguÃa soñando – podrÃan tratarse absolutamente de nada.
Vaya que estaba equivocado. Una vez que empecé a bajar de peso y me preparaba para esta maravillosa bendición, dos cosas comenzaron a ocurrir también.
Primero, y tal como le sucede a los que aparecen con yeso en alguna extremidad, la historia de la operación y todo el proceso era básicamente de lo único que hablaba. Claro que me preguntaban mucho por ello y me veÃa en la necesidad de explicar los detalles del tema, pero habÃa algo más: mi felicidad por los resultados era tal, que después de un tiempo ni siquiera esperaba a las preguntas, sino que solito metÃa el tema en la conversación.
Segundo, en estos últimos meses en que la bajada de peso es mucho menor (ya casi llegué a lo que será mi peso definitivo), me he dado cuenta que no quiero dejar atrás la preocupación. Asà es. No quiero olvidarme de los malos ratos ni de la vergüenza. No quiero jamás dejarme estar respecto de mi salud fÃsica. No quiero, en fin, pecar de soberbio y sentir que estoy curado. Y es que no lo estoy.
Un gordo será siempre un gordo. No importa cuántos kilos bajes, ni si tuviste que cambiar el clóset completo. Da lo mismo cuántos años han pasado desde la última vez que comiste hasta reventar sin saber por qué. Es que siempre está la amenaza de que todo eso pueda volver, y por eso es tan importante recordar.
Por eso es que me confieso un (ex)gordo. Porque mi vida cambió, y quiero que el cambio sea para siempre. Porque la vida de un gordo es demasiado difÃcil y no te permite preocuparte de nada más, y yo sà quiero ocupar mi tiempo en otras cosas que no sean, justamente, ser gordo.
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confesiones de un (ex)gordo
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ALGO QUE DECIR?
Bueno, es justamente esto lo que me deja tranquila sobre el éxito de la operación: si se te olvidara la “preocupación”, obviamente serÃa mucho más fácil que volvieras a engordar. Es lo que le pasa a mucha gente que ve la operación como una solución mágica, y que como hemos conversado tantas veces, siente que la comida ya no le va a hacer el mismo efecto (y meten a la licuadora quién sabe qué), pero como te dije en otro comentario, tú has hecho un excelente trabajo personal respecto a este proceso, que me tiene más que orgullosa. Y bueno, de lo otro que espero que no te olvides nunca, es que en esto estás más acompañado y apoyado que nunca. <3 ya!
Bueno, es justamente esto lo que me deja tranquila sobre el éxito de la operación: si se te olvidara la “preocupación”, obviamente serÃa mucho más fácil que volvieras a engordar. Es lo que le pasa a mucha gente que ve la operación como una solución mágica, y que como hemos conversado tantas veces, siente que la comida ya no le va a hacer el mismo efecto (y meten a la licuadora quién sabe qué), pero como te dije en otro comentario, tú has hecho un excelente trabajo personal respecto a este proceso, que me tiene más que orgullosa. Y bueno, de lo otro que espero que no te olvides nunca, es que en esto estás más acompañado y apoyado que nunca. <3 ya!
Lo que se dice en facebook, aquà ;)
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