Es mucho más que sólo fútbol
MGM 01/07/2010
Con todo esto del mundial, pocos otros temas/noticias/acontecimientos logran un espacio durante estos dÃas. Otro signo más del fanatismo que despierta el deporte rey, dice muchos. Consecuencia lógica (y hasta deseable) del evento humano más grande de todos, digo yo ;)
Antes que nada, permÃtanme aclararles que no soy futbolero. Para nada. Durante mi pasada por el colegio escapé tempranamente de las garras del fútbol para acogerme en el basketball. Y no, nunca fui el mejor, pero con tan pocos dándole botes a la pelota en lugar de pateándola, igual me las ingenié para formar parte de la selección del colegio. Y asà como no lo practiqué, tampoco lo seguÃ. Al punto de que, ante la tÃpica pregunta ¿de qué equipo eres?, me limito a sonreÃr y rápidamente contesto “de La Roja”.
Dicho lo anterior, confieso que algo me pasa durante los mundiales. No tengo claro con cuál empezó ni si va a durar mucho tiempo más. Quizás fue la emoción de ver a Chile en Francia ’98, con esa delantera de categorÃa mundial que era elogiada (y envidiada) en todas las ligas del mundo. O incluso se pudo deber a ese amor platónico que siento por Alemania, y que encontró en el fútbol una sana manera de salir a la luz (es que, aparte de algún pariente lejano al cual aun no puedo encontrarle la pista [por el apellido, pues], de alemán no tengo nada). Lo importante es que cada 4 años pierdo totalmente la compostura y mis prioridades cambian rápidamente para acomodarse a la actividad de ver, seguir y respirar los partidos del mundial.
Pero, sin saber cómo empezó esta obsesión mundialera, no tengo duda alguna de por qué se ha mantenido durante más de 15 años: el Mundial de Fútbol es, sin duda, el evento humano más grande de todos. Y no me refiero sólo a eventos deportivos, sino a todos los que se organizan a lo largo y ancho del planeta, de cualquier Ãndole e inspiración. Piénsenlo bien: ¿qué otro deporte, efemérides, campaña, elección, concierto, exposición, congreso (…) suscita tanto movimiento, tanta pasión y tanta expectación en el mundo? Creo que ninguno. Ni por cerca.
Veámoslo desde un ángulo objetivo. En primer lugar, creo que la FIFA se las ha ingeniado, aun en contra de lo que muchos fanáticos consideran justo, para que todos los continentes estén representados en la cita. De hecho, en los últimos años hemos visto cómo el mundial ha sido organizado en paÃses en que quizás nunca se pensó que podrÃa llevarse a cabo tamaña empresa, dada la baja penetración del deporte en relación a otros lugares del mundo. Sin embargo, lo que vimos en Estados Unidos, Japón-Corea y ahora en Sudáfrica no es sino una manifestación patente del alcance global del evento.
A lo anterior se suman los números que destacan del mundial, y que no dejan de impresionar. Y es que es verdad cuando dicen que la FIFA tiene más afiliados que las Naciones Unidas (¡208 vs. 192!). En otras palabras, hay más naciones alrededor del mundo que están unidas por la pasión por la pelota que por relaciones diplomáticas. Otro dato: más de 26 billones de personas vieron los partidos de Alemania 2006 en sus televisores; sólo la final tuvo 715 millones de telespectadores (¡un noveno de la población mundial!). En comparación, Beijing 2008 alcanzó sólo 4.7 billones de telespectadores.
Déjenme terminar de citar frÃos números con este último: se espera que, en total, Sudáfrica 2010 signifique para la FIFA la entrada de 3.4 billones de dólares (me imagino que en billones gringos, es decir, 3 mil 400 millones de dólares), casi un 50% más que los 2.3 billones que se embolsó para Alemania 2006.
Los números son, sin duda, impresionantes y elocuentes. Sin embargo, con lo que más me quedo es con el sustrato emocional de los mundiales: millones se reúnen, sea en persona, sea vÃa televisión, para participar como iguales y representando cada uno a su nación en una justa deportiva que no sólo hace brotar la sensación de amor por lo propio, sino que también nos da la posibilidad de soñar y vivir sensaciones lÃmite con el resto de la humanidad. ¿Y cuál es la diferencia – se preguntarán varios – con los juegos olÃmpicos? La respuesta es simple: la masividad del fútbol. Bastan dos polerones y una pelota plástica para armar un partido en el barrio. Es en esa simpleza que radica el éxito del deporte rey. Todos sabemos jugarlo porque todos hemos experienciado, en mayor o menor medida, la emoción del fútbol. Y lo anterior es válido tanto para los que nos quedamos fuera de la cancha como para los que se la juegan dentro.
Y después vienen otros elementos que explican también el fenómeno:
- Son 32 paÃses que disputan la copa. Si además consideramos las clasificatorias (¡proceso que toma 2 años!), se totalizan 103 paÃses involucrados. ¿Cuántos eventos en el planeta convocan a más de 100 paÃses? Hay, pero no muchos…
- La rica historia que rodea al fútbol y, en especial, a los mundiales (que si buscan historias sabrosas, busquen un poco en google y van a pasar horas entretenidos leyendo).
- La perfecta combinación entre deporte de contacto/rudo/fÃsico, y de estrategia/planificación.
- Las historias de superación y movilidad social encarnadas por muchos de los jugadores, y en especial por las estrellas. La publicidad ayuda mucho en esto, hasta elevarlos a la calidad de Ãdolos (¿dioses, incluso?).
Todos estos elementos que ayudan a entender por qué tantos seguimos al fútbol y, como resultado lógico, a la mayor cita de dicho deporte. Como ven, la suma de competitividad global, simpleza, alcance, historia, tradición y excelentes caracterÃsticas deportivas hacen que el mundial – el evento humano más grande de todos – sea mucho más que fútbol. Por último, y como dijeron por ahÃ, el fútbol “es algo asà como la forma más moderna y validada de nacionalismo”.
¿Y qué vende más que el nacionalismo?
Off-topic 1: el nacionalismo queda dando bote para un próximo post.
Off-topic 2: me quedó largo el post, lo sé.
TAGS
fútbol mundial sudáfrica 2010
SHARE
ALGO QUE DECIR?
Winston Churchill: el nacionalismo es el último refugio de los imbéciles, y el fútbol el último refugio de los nacionalistas.
Winston Churchill: el nacionalismo es el último refugio de los imbéciles, y el fútbol el último refugio de los nacionalistas.